Infojus: “Mi mamá entró de nuevo al Astillero, en brazos de sus compañeros”

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“Mi mamá entró de nuevo al Astillero, en brazos de sus compañeros”

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2015-03-10 | Por: Pablo Waisberg | Fecha de captura:: 2016-01-09 00:31

Trabajadores y trabajadoras del Astillero Río Santiago bautizaron hoy con el nombre de una militante desaparecida al jardín de infantes de esa fábrica de barcos. “El jardín de Tili” recuerda a Matilde Itzigsohn, militante política y ex delegada gremial de esa empresa, que fue secuestrada y desaparecida en 1977. El recuerdo de su hija y de su nieta.

“Mi mamá entró en andas de nuevo en Astilleros, en brazos de sus compañeros”, dijo Lucía García Itzigsohn y descubrió la placa con el nombre de su madre, Matilde “Tili” Itzigsohn, una trabajadora desaparecida del Astillero Río Santiago. Junto a esa placa quedó otra más que dice “El jardín de Tili”, como los trabajadores decidieron bautizar al jardín que la fábrica de barcos abrió el año pasado y concretó, casi cuarenta años más tarde, el sueño por el que luchó Tili, militante de la Juventud Trabajadora Peronista y de Montoneros.

En el jardín, bautizado esta mañana por decisión unánime de una asamblea de unos 3.000 trabajadores, hay siete maestras que cuidan a los hijos e hijas del personal del Astillero desde los 45 días hasta los dos años. Esa fue una de las reivindicaciones por las que luchó Tili, delegada gremial de la empresa, estudiante de Física y programadora de IBM. “Fue la ideóloga del artículo 42 del Convenio Colectivo de Trabajo que disponía una guardería para los chicos, por eso es más que merecido este homenaje de que lleve su nombre el jardín por el que peleó”, dijo Silvio Marotte, ex trabajador de Astillero y compañero de Tili.

“No la desaparecieron ni a ella ni a ninguno de los 30.000 compañeros ya que vamos a seguir nombrándolos en sus sueños cumplidos”, dijo Lucía, que llegó al lugar acompañada por su hermana, María Inés, y sus dos hijos, León y Mora.

María Inés también recordó a su madre, secuestrada y desaparecida el 16 de marzo de 1977, varios meses después que su marido y padre de sus hijas, Gustavo García Cappannini. “Ella luchaba por mejores condiciones de trabajo desde una perspectiva de género y cómo no iba a luchar por una guardería si durante los años que trabajó en el Astillero –’72,’73, ‘74, ‘75 y ‘76- estuvo embarazada”, dijo.

Al acto no faltaron ni Rosa Bru, presidenta de la Asociación Miguel Bru, ni los diputados Fernanda Raverta (Frente para la Victoria) ni Cristian Castillo (PTS en el Frente de Izquierda). También hubo representantes del PJ de Ensenada, militantes de HIJOS de La Plata y La Matanza, y enviaron adhesiones la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, Florencia Saintout, y el presidente del Grupo de Desapariciones Forzadas de la ONU, Ariel Dulitzky.

“La burocracia sindical, aquella que armaba las listas para entregar a compañeros y compañeras, le decía ‘la troska’, luchaba perseguida por la burocracia sindical, por los genocidas y por su condición de judía, pero era tan maravillosa que hoy sigue burlando a la muerte”, destacó María Inés con la voz a punto de quebrarse.

Dijo que su madre “amaba la vida, por eso un espacio lleno de vida, donde crecen, aprenden, juegan, se divierten y ríen los hijos e hijas de los trabajadores lleva a partir de hoy su nombre gracias a los compañeros y compañeras que llevan en la memoria histórica ese hilo que no se corta aún con un genocidio impresionante”.

Recordó que Tili les cantaba a ella y a su hermana “La marcha de Osías”, de María Elena Walsh, “y desde hoy los niños para siempre escucharán cuentos, historietas y novelas pero no las que andan a botón (como dice la canción) sino las tendrán de la mano de una abuela que luchó por la revolución”.

María Inés destacó también “la tradición de lucha” de Astilleros Río Santiago. “Fue la fábrica que más trabajadores desaparecidos tuvo del país y que por la lucha de sus trabajadores no pudo ser privatizada en los ´90”, dijo. Matilde era una de las pocas mujeres en el astillero. Era programadora de IBM e integraba la Juventud Trabajadora. Y, tal como ocurrió con el resto de los trabajadores, sufrió la presión adicional que existió en esa fábrica de barcos, donde la Armada tomó el control de la empresa. Por eso, muchos trabajadores decidieron no volver allí para preservar su vida y lograron ser reinstalados muchos años después, con el retorno de la democracia.

Esa incursión no sólo aceitó los efectos de la maquinaria represiva sobre el Astillero, también tuvo efectos de largo plazo, que dejaron marcas profundas: desde la llegada de los marinos, los empleados jerárquicos pasaron a llamarse “personal superior”. La definición trazó una línea divisoria que continuó durante años para separar por castas a los trabajadores de la empresa estatal.

Mario Peláez, compañero de militancia de Tili y también ex trabajador de Astilleros, recordó que “en dos oportunidades, cuando los tiempos se pusieron difíciles, Matilde me dio albergue en su casa”, y remarcó que Tili “era una militante full time, militaba no 8 horas, sino las 24 y tenía una beba chiquita y un bebé en la panza y así nació la idea de luchar por una guardería”.

En octubre del año pasado, la nieta de Matilde e hija de Lucía, Mora, de apenas 5 años, logró brindar a su abuela un reconocimiento a su lucha, al conseguir que el Salón de Usos Múltiples del jardín de infantes al que concurría, en la ciudad de La Plata, llevara su nombre.

Al final del acto, las hijas de Tili y sus nietos, y amigos y viejos y nuevos compañeros de militancia repartieron unas muñequitas de tela. El dibujo lo hizo el marido de Tili y padre de Lucía y María Inés, que era artista plástico y había dejado esa muñequita dibujada en unas diapositivas.

RA


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