Infojus: El estratega judicial de Grassi

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El estratega judicial de Grassi

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2013-10-12 | Por: Irina Hauser | Fecha de captura:: 2016-01-20 05:18

A pedido de la Iglesia escribió 4 tomos sobre el caso Grassi que fueron claves para la estrategia de la defensa del cura, dentro y fuera de tribunales. Prestigioso en la academia y en el mundo de los abogados, Sancinetto también elaboró dictámenes kilométricos para Yabrán y Angeloz.

A Marcelo Sancinetti le gusta que lo llamen “Doctor Doctor”, al estilo europeo. Tiene dos doctorados en su haber, uno en la Universidad de Buenos Aires y otro en la Complutense de Madrid. Tuvo un breve paso por el Poder Judicial en la Cámara Civil y Comercial, pero lo suyo siempre fue el sector privado y la universidad. “No trabaje en tribunales porque lo más seguro es que un día lo nombren juez y deje de estudiar para siempre”, solía aconsejar a sus discípulos. Algunos de esos discípulos dicen que el Doctor Doctor tiene costumbres “excéntricas” para un abogado, como escribir de noche. Durante muchas madrugadas de 2010 y 2011, Sancinetti escribió, a pedido de la Iglesia, los 4 tomos de “Estudios sobre el caso Grassi”, que resultaron fundamentales para el diseño de la estrategia argumental que operó dentro y fuera de tribunales en defensa del sacerdote pedófilo.

Tiene 63 años. Estudió en el Liceo Militar pero duró poco y nada al ingresar al Colegio Militar. Trabajaba en un banco en esa época, cuando vislumbró que tal vez lo suyo podía estar en la facultad de Derecho. Pasó por algunos estudios jurídicos porteños y trabajó con el ex secretario de Justicia del alfonsinismo Enrique Paixao y también con el abogado Ernesto Galante. Pero sus sueños, de chico, eran otros.

Era un gran arquero de hockey, de esos que no temen a los bochazos. Pero lo que más quería en el mundo el joven Sancinetti era ser arquero de fútbol. Fue a probarse a Boca. Sos muy petiso, le dijeron.

Riguroso para el estudio y el trabajo, Sancinetti se convirtió en un jurista prestigioso. Se apasionó con el Derecho. A los 24 años, cuando todavía era un estudiante, escribió su primer libro: “Casos de Derecho penal”.

Marcelo Sancinetti quizás sea uno de los personajes más amados y atacados, respetados y cuestionados, todo a la vez, en el mudillo judicial y académico. Autor de teorías y planteos desafiantes, a menudo a contramano de los saberes socialmente aceptados o establecidos, fue el experto elegido por la Conferencia Episcopal para que elaborara un dictamen sobre el escenario judicial del cura Julio César Grassi. Con la meticulosidad que lo caracteriza investigó por largos meses y escribió en cuatro tomos su estudio del caso Grassi, una obra a la que se ha aferrado la Iglesia Católica para seguir respaldando al cura pedófilo, condenado a 15 años de prisión, y que al haber sido encomendada por la propia institución eclesiástica pone en duda las promesas sobre un futuro verdadero juicio canónico al sacerdote, anunciado la semana pasada.

Sancinetti parte de la base de que la justicia secular es “falible” a la hora de analizar casos de abuso sexual y corrupción de menores. Se aferra, primero, a un viejo principio en desuso conocido como testis unus testis nullus, que traducido quiere decir que si hay un testigo único y ese testigo es la víctima, resulta objetable. Como en los delitos sexuales es muy difícil que haya otros testigos, se suele valorar ese relato de la víctima y sumar tests psicológicos, que los jueces toman por ciertos. Sancinetti hizo un análisis de cómo se evalúan los testimonios y cómo son las pruebas psicológicas, y concluyó que científicamente no son confiables. Planteó que son estudios probabilísticos y que los juicios penales necesitan asentarse sobre certezas. De lo contrario, postuló, se “relaja” el principio de inocencia.

En el caso Grassi tomó los testimonios de las víctimas y evaluó su credibilidad en tomos de más de 400 páginas (el primero fue sobre H.O.J o Ezequiel y el segundo sobre A.O, Gabriel), algo que fue criticado por el abogado Juan Pablo Gallego, del Comité de Seguimiento de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, quien dijo que esas declaraciones no debieron ser utilizadas fuera del proceso judicial. Y que toda la teoría fue armada para demostrar que el abuso infantil no existe o es imposible de juzgar, para decir que estos juicios son equiparables a los juicios de brujería de la Edad Media y por ende para amparar a Grassi.

De Angeloz a Yabrán

Sancinetti se graduó de grande, después de los treinta años. Cuentan sus amigos que se tomaba varios meses para perfeccionar sus conocimientos sobre una sola materia. Se recibió con “derecho internacional privado”, en la cátedra del ex juez de la Corte Suprema Antonio Boggiano, quien le propuso sumarse como profesor adjunto.

Está casado con Patricia Ziffer, una secretaria letrada del juez supremo Enrique Petracchi y tienen tres hijos. Su vía de escape sigue siendo el fútbol: es fanático de San Lorenzo. En una época era capaz de salir corriendo de la facultad para meterse aunque sea veinte minutos la cancha, como una necesidad imperiosa.

Ahora dicta derecho penal en la escuela superior de la Policía Metropolitana, donde hay quienes lo han visto marchar como en sus tiempos de liceo.

Con el tiempo, Sancinetti se convirtió en un experto en teoría del delito. Se hizo conocido en su medio cuando pregonaba que es lo mismo una tentativa (un intento) que un hecho consumado, ya que el resultado depende de circunstancias propias del azar. Así, sería tan culpable quien apunta un arma, dispara y yerra, que quien dispara y acierta. O, en un ejemplo más mundano, tendría tanto mérito una pelota que hace gol que una pelota que está por hacer gol pero termina pegando en el palo por efecto de una ráfaga de viento. A Sancinetti se lo considera un grande del “subjetivismo”, que le da preponderancia a lo que los sujetos hacen más allá de lo que se concrete.

Su vínculo con Boggiano, el ex cortesano del Opus Dei, se prolongó con los años, a punto tal que Sancinetti fue su defensor en el juicio político junto con María Angélica Gelli, una constitucionalista que hoy representa al Grupo Clarín en la causa donde se discute la Ley de medios.

Según algunos de sus viejos seguidores, Sancinetti siempre fue bastante religioso y tuvo buena sintonía con la Iglesia católica. Otros creen que el acercamiento fue mayor después que sufrió un infarto mientras estudiaba en Alemania. De ese país se trajo de recuerdo un cenicero que había pertenecido a Armin Kaufmann, un subjetivista emblemático, y solía ponerlo en medio de la mesa de sus seminarios como una suerte de presencia inspiradora.

Cuando elaboró un dictamen a pedido de la familia Yabrán, por el asesinato de José Luis Cabezas, también se le cruzaron algunos razonamientos emparentados con la religión. En un comienzo, le dijeron que guardarían reserva de sus argumentos a menos que fueran favorables. Así fue: escribió un libro de 1141 páginas que analizaba en forma crítica las acusaciones contra Gregorio Ríos (quien fue condenado) y Yabrán por varias razones. Sancinetti advirtió sobre problemas en la “certeza de la acusación” y planteó una teoría sobre la instigación según la cual no se puede dar por probado que alguien instigó, por ejemplo, un homicidio, si no se conoce el contenido de lo que conversó con el ejecutor del crimen a quien se supone que le encomendó cometerlo. Se preguntaba entonces si uno podía pensar que en el Génesis la víbora instigó a Eva a probar el fruto prohibido y Eva instigó a Adán, y concluyó que no.

El caso Cabezas y esos condimentos fueron tema en uno de sus seminarios, lo que generó alguna discusión sobre si estaba bien que sometiera a análisis con sus alumnos los casos en los que estaba trabajando. Los seminarios eran famosos por celebrarse en torno de una mesa oval, donde los que hablaban alemán y tenían su bendición se sentaban en la primera fila, sobre la mesa, y los que todavía no tenían tanto reconocimiento se debían ubicar en la segunda y en la tercera. Al terminar el seminario, en vez de aplaudir los asistentes golpeaban la mesa con los nudillos, una costumbre alemana.

Un juicio ya más olvidado en el que Sancinetti dio su asistencia experta fue el que llevó al banquillo por supuesto enriquecimiento ilícito al ex gobernador cordobés Eduardo Angeloz. El penalista había escrito un libro donde postulaba que se trata de una figura inconstitucional porque invierte la carga de la prueba, o sea, que el acusado tiene que demostrar su inocencia y no la justicia su culpabilidad. Sancinetti estuvo presente en el juicio, con la camiseta puesta como lo hace con cada tarea que asume, y el día de la sentencia se lo vio llorar a moco tendido. Nadie entendía bien si era por la emoción de la absolución de Angeloz o porque el tribunal había rechazado el planteo de inconstitucionalidad, o ambas cosas.


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