Infojus: ESMA: "En este país no habrá reconciliación sin justicia"

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ESMA: "En este país no habrá reconciliación sin justicia"

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2013-05-16 | Por: Natalia Biazzini | Fecha de captura:: 2016-01-26 09:32

Lo dijo hoy ante el tribunal Graciela Mastrogiácomo, que tiene a su hermana Marta desaparecida. “No quiero que los represores caminen al lado de mis hijos”, agregó en su testimonio. Declararon otros tres familiares de desaparecidos.

“Hace una semana visité la ESMA por primera vez porque en 37 años no pude hacerlo. Vi el horror. Todavía se conserva el olor a pánico y a la tortura. Aquí hubo un genocidio y no quiero que los represores caminen al lado de mis hijos”. Las palabras de Graciela Mastrogiácomo se escucharon hoy en el Tribunal Oral Federal N°3 que juzga delitos de lesa humanidad en la ex Escuela de Mecánica de la Armada, durante la última dictadura militar. La mujer declaró por la desaparición de su hermana, Marta. Marta tenía 30 años y era licenciada en Filosofía. El 20 de octubre de 1976 fue secuestrada en la calle, en un momento de “caídas” masivas. Según el sobreviviente Miguel Ángel Lauletta, que la vio a Marta en ESMA, los marinos habían encontrado el modo de convertir las citas en trampas. 

 

Graciela habló rápido. Relató puntillosamente las decenas de intervenciones y entrevistas que realizó su familia para lograr información del paradero de su hermana: embajadas, Episcopado, entrevistas con funcionarios. Todos con resultados negativos. “Íbamos a la iglesia Stella Maris, y monseñor Emilio Graselli tenía una lista con los nombres. Los muertos tenían una cruz”. El nombre de Marta nunca estuvo con una cruz.  

 

El padre de Marta y Graciela, Miguel Mastrogiácomo, fue funcionario de Artuto Frondizi y de Raúl Alfonsín. Fue uno de los padres de Plaza de Mayo. Engañado por el represor Alfredo Astiz, presenció cuando secuestraron a las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon en 1977. “Mi padre en las elecciones del ’83 se presentó en la mesa que hubiera votado mi hermana. Denunció que su hija, que estaba en la lista de padrones, estaba desaparecida”. 

 

Con voz temblorosa, Graciela relató que desde la desaparición de Marta, sus padres vivieron solo para encontrarla. No lo lograron: él murió en 1996, y ella en 1983. “Estoy acá para visibilizar a mi hermana. Era de una generación brillante. En este país no habrá reconciliación sin justicia”. Describió como monstruos a los represores torturadores y a los que tiraron a detenidos vivos al mar. 

 

Otra testigo, Graciela Lois, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, declaró por su marido desaparecido, Ricardo Lois. También recordó a sus compañeros de militancia de la Juventud Universitaria Peronista de Ciudad Universitaria. Graciela pidió mostrar fotos de ellos, rostros jóvenes de hombres y mujeres que fueron desaparecidos por la última dictadura.

 

También declaró Marcelo Vela por su hermano, Ernesto. Vela pidió disculpas porque no recordó ni siquiera el año de la desaparición. “Yo tuve un problema psicológico y perdí bastante la memoria”, dijo. “La última vez que lo vi fue seis meses antes de que desaparezca, porque le ofrecí mi documento. Le dije: ‘Soy parecido a vos, te podés ir con el documento’. Pero no quiso saber nada. Creo que ya le habían raptado a la mujer y me dijo: yo me quedo”.  

 

Más tarde declaró Cecilia Aldini por la desaparición de su pareja, José Rafael Jasminoy. “Le decíamos Juancho y lo vi por última vez el día de mi cumpleaños número 20”. Juancho militaba en Montoneros. El 11 de noviembre de 1976 fue secuestrado por una patota de la ESMA. Desde el cautiverio llamó a su abuela para que le dijera a Cecilia que vaya a la casa de sus padres. “Eso fue suficiente para saber que yo no tenía que ir a lo de mis padres, que vivían en Martínez”, dijo la testigo. 

 

“En zona norte teníamos dificultades para movernos porque sabíamos de mucha gente que había sido secuestrada. Fue permanente la represión y no podíamos tener reuniones políticas”. Aldini se mudó a zona sur y en 1977, alejada de la militancia, quedó embarazada. En 1979, sus padres le contaron que los militares habían secuestrado a su hermana, Cristina. Antes habían matado a su marido, Alejo Alberto Mallea. Los dos militaban en Montoneros de zona norte.

 

“En un llamado a mis padres Cristina dijo que quería verme. Yo dudé pero accedí. La llevaron los marinos en un auto. La vi mal, muy delgada, ella trataba de tranquilizarme a mí”. Cristina fue obligada a realizar trabajo esclavo en la ESMA. “La llevaron varias veces a la casa de mis padres, hasta que quedó en libertad, aunque la seguían controlando. El último llamado, que fue aislado, ocurrió en 1985”.

 

Al final de su relato, Cecilia cerró los ojos y dijo con voz firme: “Durante muchos años no tuve derecho de pedirle nada al Estado. Ahora me siento un poco mejor. Lo que ellos hicieron fue destruir la identidad de la gente, destruir a las personas. Hay una ausencia que nunca más pude llenar. Yo callé muchos años para poder seguir viviendo. Formé mi familia y olvidé mucho, pero hoy vengo a dar testimonio de lo que viví”.


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