Infojus: “La militancia de las mujeres era concebir la vida de otra manera”

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“La militancia de las mujeres era concebir la vida de otra manera”

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2015-11-14 | Por: Osvaldo Aguirre | Fecha de captura:: 2016-01-30 11:09

Alejandra Oberti, autora de Las revolucionarias, analiza los textos y documentos internos de Montoneros y del PRT-ERP y de testimonios de ex militantes. “El ingreso de mujeres a las organizaciones se va dando en la medida en que las mismas organizaciones se forman”, dice.

El lugar de las mujeres en los movimientos revolucionarios es un capítulo que recién comienza a escribirse en los estudios de historia. Mujeres guerrilleras (1996), de Marta Diana, inauguró un conjunto de ensayos y testimonios que reabren la discusión sobre las décadas de 1960 y 1970 desde un ángulo nuevo: los efectos de la participación de las mujeres en la política, el modo en que se transformaron a través de esa experiencia y al mismo tiempo incidieron en las estructuras en que se insertaron. “La militancia de las mujeres implicaba concebir la vida cotidiana de otra manera”, dice Alejandra Oberti, autora de Las revolucionarias, una de las últimas contribuciones al análisis.

Directora del Archivo Oral de Memoria Abierta y de la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires, Oberti desarrolla su ensayo a través de un examen de textos y documentos internos de Montoneros y del PRT-ERP y de testimonios de ex militantes. Las revolucionarias se propone –dice- “ejercer una crítica al modo en que las organizaciones armadas asumieron la vida cotidiana de los militantes y luego la subsumieron en un objetivo supuestamente más político” y al mismo tiempo “retener la legitimidad del ejercicio de la política revolucionaria”.

-¿Qué cuestiones se plantearon con la incorporación de las mujeres a la militancia?

-Las organizaciones revolucionarias -particularmente Montoneros y el PRT-ERP- salen a la esfera pública en un momento en que la situación de las mujeres se está transformando. Es el momento del advenimiento del feminismo, de las ideas de liberación sexual y de cierta modernización de la vida familiar. El ingreso de mujeres a las organizaciones se va dando en la medida en que las mismas organizaciones se forman. Hablamos de jóvenes que son madres en el marco de esa militancia, que forman familias, parejas militantes. Las organizaciones no saben bien qué hacer con ellas. En los primeros números de la prensa y los documentos internos hablan de las mujeres como el sector más atrasado, manifiestan una profunda preocupación por las familias obreras donde muchas veces, dicen, las mujeres impiden que los compañeros tengan actividad política. A medida que pasan los años, la preocupación es cómo integrar a esas mujeres, pensar qué roles pueden cumplir y cómo incorporar sus capacidades, pero nunca en pie de igualdad con los hombres.

-¿Qué postura tenían las organizaciones con respecto al movimiento feminista?

-Una parte importante de la izquierda argentina ve al movimiento feminista en su vertiente más burguesa. No encuentra sus costados más revulsivos. Las organizaciones son profundamente obreristas, plantean la construcción del sujeto de la revolución en los trabajadores y en los movimientos populares, pero entendidos en un sentido tradicional. Pensar que la revolución también pasaba por transformar las relaciones entre los géneros y por algo del orden del deseo estaba lejos de su horizonte de pensamiento. Si las mujeres muestran que no son el sector más atrasado, que pueden luchar en pie de igualdad, lo que se preguntan es cómo poner esos atributos al servicio de la revolución y no pensar en cómo esos atributos, en todo caso, rompen el esquema y provocan otras revoluciones.

-¿En algún momento se pusieron en crisis esas ideas tan conservadoras?

-Estas mujeres querían hacer la revolución y muchas de ellas interpretaron que su situación como mujeres se transformaría radicalmente. Encontrarse con que estaban haciendo la revolución y al mismo tiempo les tocaba el grueso de las tareas domésticas, o que quedaban relegadas en la militancia por su género, provocó muchos cuestionamientos. Las mujeres participaron masivamente en las organizaciones, pero no integraron sus direcciones.

-¿Por qué la infidelidad amorosa, en particular, estaba fuertemente penada en las organizaciones?

  • Detrás de esa idea hay una concepción de la pareja, pensada como monogámica, heterosexual y vinculada a la familia. Una consigna de Montoneros era “no somos putos/ no somos faloperos/ somos soldados de FAR y Montoneros”. Pero a la vez existe el Frente de Liberación Homosexual. Es una época llena de tensiones, de grises en términos de estos posicionamientos. La idea de la pareja militante estaba muy atada a la concepción de la familia en el comunismo. La infidelidad juega como una cuestión de seguridad, en cómo pensar en una casa operativa con parejas. Hay un uso táctico de esa idea.

-¿Qué modelos de mujer se tomaban como referencia?

-Montoneros toma la figura de Eva Perón, de la que se apropia, e intenta construir otra imagen: la Evita del pelo suelto, frente al espejo, sin joyas, con ropa informal. Una imagen diferente de la oficial en función de una figura revolucionaria, del “volveré y seré millones”, la Evita Montonera finalmente. El PRT parte del lugar que tuvieron las mujeres en la revolución cubana y en la vietnamita. No solamente para la mujer sino para todo el modo en que piensan la revolución y el partido. El modo en que argumentan, los materiales con que trabajan las organizaciones son distintos, pero las conclusiones no son muy diferentes.

-¿Cómo incidieron las mujeres en el desarrollo de las organizaciones revolucionarias?

-Con la propia participación hay cuestiones que se transforman en la cotidianeidad. El período revolucionario –en el sentido de presencia fuerte de las organizaciones en el espacio público – fue muy breve y nos encontramos con una cantidad inmensa de mujeres que hacen experiencias militantes y son otras después de esa vida muy intensa. La presencia de las mujeres en las revoluciones es una constante. Estuvieron en la revolución rusa, en la cubana, en la nicaragüense, pero su participación no se reflejó necesariamente en lo que hicieron esos movimientos. La vida de las mujeres, finalmente, no cambió tanto. Pero ellas perturbaron, con su género, las organizaciones donde actuaron.

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