Infojus: “No queremos que los chicos se acostumbren a las amenazas de bomba”
Esta nota, publicada originalmente por el portal Infojus Noticias, fue recuperada y puesta a disposición del público, luego dejar de estar disponible en su fuente original.
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“No queremos que los chicos se acostumbren a las amenazas de bomba”
| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2015-08-26 | Por: Infojus Noticias | Fecha de captura:: 2016-01-18 19:13
Desde el mes de julio, la Escuela Normal N° 5° recibe amenazas casi a diario, por las que deben evacuar el edificio, al que asisten más de 1500 alumnos de todas las edades. Padres y docentes hicieron un abrazo simbólico y exigen respuestas por parte del Gobierno porteño. “Nuestros hijos pueden pasar hasta dos horas en la intemperie, al frio, a veces bajo la lluvia, sin ir al baño, sin un lugar dónde sentarse. Esa situación vulnera todos sus derechos”, dijo un padre.
El bar La Flor de Barracas queda en la esquina de Suarez y Arcamendia, justo frente a la Escuela Normal Superior 5°. Desde una mesa que da a la ventana, un grupo de madres de alumnos custodia todo los días lo que pasa en el colegio. Hacen guardias, en turnos de mañana y tarde. Cuando un móvil de la Policía dobla la esquina, saben que tiene que entrar en acción. Es la señal de que sucedió otra vez: una nueva amenaza de bomba obliga a evacuar el colegio. Ellas salen a ayudar.
“Ya perdimos la cuenta de todas las veces que pasó. A veces sucede dos o tres veces por día”, contó Sandra Rollo, madre de dos alumnos. Ella es una de las tantas personas que, este mediodía, participaron del abrazo solidario al edificio, en rechazo a las amenazas reiteradas. Exigen la intervención del Ministerio de Educación del Gobierno de la ciudad.
Cada vez que hay alerta por un supuesto explosivo, la Policía y los docentes deben llevar 800 alumnos por turno – de entre 3 y 17 años– hasta el punto de encuentro en el pasaje Lanin, a dos cuadras de la escuela. Entonces las madres colaboran cortando la calle Suarez. “Y podés creer que a veces nos bocinean y nos insultan porque cortamos la calle”, explicó Sandra.
“En la calle, nuestros hijos pueden pasar hasta dos horas en la intemperie, al frio, a veces bajo la lluvia, sin ir al baño, sin un lugar dónde sentarse. Esa situación vulnera todos sus derechos”, explicó a Infojus Noticias Lautaro Lema, padre de tres alumnos. “El impacto emocional en los chicos es tremendo. Los docentes y los padres también están cansados. No queremos acostumbrarnos a los operativos de evacuación. Para los chicos es muy fuerte”, dijo la rectora de la escuela, Laura Russian, que por primera vez desde que comenzaron las amenazas, decide hablar con la prensa.
La sucesión de llamados anónimos al 911 comenzó el 13 de julio, en plena fecha de exámenes. Desde entonces, se repitieron hasta cuatro veces en un día. Cada vez que sucede, el grupo de explosivos de la Policía Federal ingresa a la escuela, con perros, mientras los alumnos –desde jardín hasta secundario– abandonan el edificio. Luego Russian debe recorrer las instalaciones junto con los especialistas. “Pese a todo, nunca suspendimos las clases. Esa no es nuestra política, como dijeron en algunos medios”, aclaró la rectora a esta agencia.
Ayer, el colegio fue evacuado dos veces: a la mañana y a la tarde. Hoy los padres decidieron convocar a un abrazo solidario. Alertado por la manifestación, por la mañana se hicieron presentes autoridades del Ministerio de Educación de la Ciudad. Por ahora, ofrecieron brindar apoyaturas de especialistas para mitigar el impacto emocional en la comunidad educativa. Ese es uno de los reclamos elevados la cúpula del Normal 5.
“Además necesitamos que el Gobierno de la Ciudad aporte los recursos espaciales, para llevar a los chicos a un lugar cómodo dónde estén en resguardo, y trasporte para trasladarlos. Esta escuela tiene más de 1500 alumnos, no podemos llevarlos caminando por la calle”, explicó la rectora. No hubo respuesta del Ministerio de educación en relación a estos pedidos.
Por ahora, docentes, padres y alumnos hacen frente al problema solo con ingenio y buena voluntad. “Enviamos tareas por internet, organizamos actividades en el pasaje y en el bar de la esquina. Pero es muy agotador para nosotros, los docentes. No se puede tornar normal la enseñanza en la calle. Muchos de nosotros ya tenemos problemas en la voz, tratando de mantener la atención de los chicos en la vía pública”, contó Lidia Aniski, docente del departamento de Lengua y Literatura del colegio. “¿Hasta cuándo tenemos que seguir haciéndonos cargo de esta situación?”, se preguntó y agregó: “De esto se tiene que hacer cargo el Gobierno de la Ciudad”.
La investigación de las amenazas está a cargo de los jueces federales Claudio Bonadio y María Sevini de Cubría. Los llamados siempre ingresan al 911 o a la Comisaría 26. “En un principio, sospechábamos de una travesura de los más grandes, para no rendir examen, porque la primera vez fue en épocas de finales”, contó uno de los padres. Los exámenes pasaron, y las amenazas siguieron. “Una vez terminamos de tomar un examen en la vereda”, contó Lidia, la docente. “Otra vez, habíamos pasado dos horas a fuera, cuando entrabamos al colegio de nuevo, llegó otra amenaza”, recuerda la rectora. Volver a la escuela – luego de una amenaza de bomba– es una experiencia violenta para los alumnos, explica su rectora. “La escuela es un lugar que les da miedo”, dice.
WC/LC
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