Infojus: Boca vs River: diez episodios judiciales

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Boca vs River: diez episodios judiciales

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2015-05-03 | Por: Laureano Barrera | Fecha de captura:: 2016-01-23 14:16

El superclásico entre los dos grandes de Argentina es uno de los más esperados en el mundo del fútbol. Sin embargo, los capítulos de su historia podrían reconstruirse, también, desde el frío mármol de los Tribunales. A continuación, el repaso de los casos más célebres.

La inminencia de tres superclásicos entre River y Boca –dos por la Copa Libertadores y uno por el campeonato local-, satura la agenda mediática con la fiebre futbolera. A las crónicas policiales se suman polémicas taquilleras como la severidad en las tres fechas de suspensión del lateral millonario, Gabriel Mercado, o los valores astronómicos de la reventa: alguien pagará por noventa minutos de fútbol hasta quince mil pesos. Y no es extraño: la rivalidad entre los dos grandes de Argentina es una de las más notorias en el mundo del fútbol y genera una expectativa que llega a los más remotos pueblos del planeta. Sin embargo, los capítulos de su rica historia podrían reconstruirse, también, desde el frío mármol de los Tribunales: asesinatos, xenofobia, corrupción y las más creativas variantes de la violencia de sus barras bravas, jugadores, y también dirigentes, están a la orden del día. Y muchas veces –la gran mayoría-, han sido olvidadas bajo el manto de la impunidad judicial. A continuación, el repaso de los casos más célebres.

La Puerta 12

La “tragedia de la Puerta 12” es la página más negra de la historia del fútbol criollo. Así se recuerda al partido que River y Boca empataron en el estadio Monumental, con tedio y sin goles, el 23 de junio de 1968. O más bien a lo que pasó después. El árbitro pitó el final, y los hinchas de Boca empezaron a deshabitar la tribuna Centenario alta, reservada para los hinchas visitantes. La Puerta 12 –ahora renombrada como el sector L- estaba cerrada: nunca se sabría por qué. La gente se agolpó contra la puerta y la avalancha fue imparable. Murieron 71 personas: la mayoría de ellos eran chicos.

Miguel Durrieu, uno de los sobrevivientes, recordó que la presión lo llevaba “por el aire, sin tocar el piso”. Que había gritos de pánico, de mucho miedo. “Estábamos uno arriba de otro bajo una terrible presión que no dejaba respirar. Me caí y después me desmayé (…). Nunca más fui a ver a Boca”.La justicia nunca encontró culpables. Dos directivos de River fueron procesados por negligencia pero la Cámara de Apelaciones los sobreseyó. Algunos testigos de la causa dijeron que los molinetes estaban puestos y eso provocó el desastre. Otros que la Policía Federal –con el país bajo el control del general Juan Carlos Onganía- bloqueó la salida.

Ambos clubes y la AFA juntaron menos de cien mil dólares para resarcir a las familias de las víctimas por la responsabilidad civil. Pero a cambio, las hicieron desistir de iniciar acciones legales. Sólo Nélida Oneto de Gianolli y Diógenes Zúgaro demandaron a River en el fuero civil. El fallo estipuló que debían pagarle alrededor de 50 mil dólares a cada uno.

Dos goles y dos muertos

El 30 de abril de 1994, el superclásico tuvo su página más criminal. Esa tarde, River le había ganado a Boca en su propia casa con goles de Crespo y Ortega. Hubo un ataque comando de los jefes de la barra de Boca y dos hinchas de River que se iban de La Boca fueron asesinados en el acoplado de un camión mosquitero. La investigación judicial probó que entre las 18.15 y las 18.30, el camión de la empresa Furlong SA circulaba por la Avenida Huergo para el lado de Pacheco. En el cruce con la calle Brasil, nueve integrantes de La 12 dispararon hacia el camión al grito de “dale Boca”. Ángel Luis Delgado tenía 25 años y murió en el acto. Walter Darío Vallejos tenía 19 y cayó baleado delante de las ruedas del camión, que lo atropelló.

El juicio empezó en marzo de 1997 y el 16 de mayo tuvo sentencia. Jorge “Corvacho” Villagarcía, Miguel Santoro “Manzana”, Marcelo Fabián Aravena “Manco”, Jorge Freddy Cáceres Romero “Bolita” y Jorge Darío Almirón “Gomina” fueron condenados por homicidio reiterado, tentativa de homicidio y asociación ilícita a 20 años de prisión. Juan Daniel Silva “Dany” fue condenado a 15 por homicidio reiterado y tentativa de homicidio. Mario Bellusci Martínez “Uruguayo”, y Edgardo Allende “Chino” sólo a 5 años por asociación ilícita: salieron la misma noche del fallo porque llevaban tres años de detención. Al capo de la pesada, José Barrita “El Abuelo”, lo absolvieron por las muertes. El Tribunal concluyó que no estaba en el lugar del hecho, y que no se podía probar que había participado de la planificación. De todas maneras, fue condenado a 13 años de cárcel por liderar una asociación ilícita y por una causa antigua que se le acumuló: en 1989 había extorsionado a los comisión directiva que presidía Antonio Alegre.

La caída de Matutito

Una década antes, la pesada xeneixe cometió un crimen mucho menos recordado. Alberto Daniel Matutito Taranto con tan sólo 21 años, había ascendido a la jefatura de los Borrachos del Tablón cuando menguaba el poder de la Junta militar. El 19 de octubre de 1983 los primos se vieron las caras en la cancha de Vélez. Taranto no imaginó, después de la derrota por 1 a 0, que algo aún peor podía pasar. Los Borrachos se trenzaron con La 12 en los alrededores del estadio: los vecinos de Liniers escucharon disparos, estruendos de bombas molotov, y después nada más. La batalla dejó tres millonarios heridos y Matutito muerto. La sombra de José Barrita, que ya mandaba en La 12, sobrevoló como el organizador del encuentro. Pero en el expediente judicial, nada de todo eso se probó.

La doctrina del folklore

La violencia que rodea a estos adversarios no sólo está en las tribunas. El 14 de Abril de 2002, en la contratapa del diario OLÉ, se publicó una entrevista al ex presidente de River, Alfredo Davicce. Los periodistas, sobre el final de la charla, le preguntaron por la eterna discusión de la cantidad de hinchas. La respuesta los sorprendió:

—Lo de los hinchas ya se va a terminar —dijo el directivo—. ¿Vio que se están yendo muchos bolivianos y peruanos para afuera por la devaluación, y habrá una ley para expulsar a los indocumentados…?

—No lo dice en serio— contestaron a coro.

— ¿No? Si lo dije siempre: ¡Las pelotas que son más!

— ¿Es un chiste, no? —insistieron—. Porque además de discri…

— ¿Lo de los hinchas? Escúcheme: en las villas hay un 50%, como mínimo, de extranjeros. Viven en condiciones de hacinamiento, y la mayoría son de Boca. Muchos se están yendo… cuando hablamos de quién tiene más, hay que ver a qué nos referimos.

Pero lo peor no fue eso. La comunidad boliviana del país presentó una denuncia por violación a la ley 23592 (Ley Antidiscriminación), que cayó en el juzgado federal de Rodolfo Canicoba Corral. El 24 de mayo de 2002, el juez la desestimó considerando que “los dichos expuestos por el Sr. Davicce (…) responden claramente alusiones comunes en el marco de la rivalidad futbolística de ‘River – Boca’ y el ‘folklore’ que gira en torno a un espectáculo de gran adhesión popular”. No era todo. Canicoba estaba convencido que “cuando Davicce declara acerca de la composición nacional o extranjera de la parcialidad Boquense, en absoluto avanza en un menosprecio de la extranjería sino simplemente alude a un dato que entiende -aunque quizás equivocado- se corresponde con la realidad”.

El duelo de los enmascarados

El 21 de enero de 2001, River y Boca jugaban en Mar del Plata uno de los amistosos del verano. Sus realidades deportivas eran distintas: River había vendido a Pablo Aimar al Valencia de España; Boca gozaba con un Riquelme casi en su esplendor. El partido no llegó a completarse: la policía entró a la popular de River a confiscar una bandera de Boca y hubo enfrentamientos.

La causa judicial para averiguar los autores de los incidentes avanzó, y la Policía Federal facilitó una radiografía de la pesada riverplatense al juez de la causa. Aquello rompió un delicado equilibrio y la respuesta pronto se reflejó en la tribuna. El 12 de febrero, en la primera fecha del campeonato, una decena de miembros de la barra llegaron con pasamontañas negros y desplegaron una bandera de Boca de 50 metros de largo, burlando un operativo de 350 agentes. Un fiscal de apellido Santa Cruz utilizó el sistema de video para identificar a los encapuchados, que durante el partido dejaron ver sus caras. Christian Mayer, integrante de una de las facciones de la barra que lideraba El Zapatero, terminó condenado a algunos trabajos comunitarios.

Dos días de furia

No todos los capítulos judiciales se deben a enfrentamientos con equipos rivales. Sobre todo en el último tiempo. El 12/12/2012 la hinchada de Boca instauró el Día Internacional del Hincha de Boca. Ese día y un año después, los xeneixes se autoconvocaron en los alrededores del Obelisco. Los dos años, el festejo terminó igual: destrozo a vidrieras, palos, botellazos y saqueos a comercios céntricos. En 2013, tres hinchas que intentaban robar una joyería del microcentro se cortaron cuando se rompió el ventanal: uno de ellos casi pierde la pierna. La policía federal detuvo a 24 hinchas. Dos tercios quedaron a disposición del juzgado correccional 7, de Raúl García, bajo los cargos menores de resistencia a la autoridad, daños, tentativa de robo y lesiones. Los otros ocho quedaron bajo la tutela del Juzgado de instrucción 3, a cargo de Mariano Sánchez. No quedó ni una huella en la justicia contravencional. “Todos los detenidos –o casi su totalidad- quedaron libres el día después, porque eran delitos excarcelables”, explicó a Infojus Noticias una fuente del Ministerio de Seguridad.

Tres batallas millonarias

La hinchada de River suele dirimir las disputas por los negocios vinculados al club y los conflictos de la política interna en episodios que tienen su escenario, generalmente, dentro de los límites de la cancha: en los quinchos y en el playón en 2007, y en la confitería el año pasado.

El 11 de febrero del 2007, chocaron en los quinchos las facciones lideradas por Adrián Rousseau frente a la que encabezaban los hermanos Alan y William Schlenker. Hubo heridos de bala. El fiscal se mostró pasivo y la causa judicial fue elevada a juicio en 2009 por delitos menores como “lesiones leves en riña agravadas por haberse cometido en un espectáculo deportivo”. Los abogados de ambas partes pidieron la prescripción de la causa, que fue finalmente concedida por la Corte Suprema. La gresca del playón fue el 6 de mayo de ese mismo año, después de un partido con Independiente, con los barras encapuchados y armados con cuchillos y armas de fuego. La vieja guardia de los Borrachos, Adrián Rousseau, Matías Goñi, Cristian Pineda y Carlos López, fueron a juicio oral, que aún no se concretó. La rúbrica criminal de esos choques fue el asesinato de Gonzalo Acro, vinculado a Rousseau. En septiembre de 2011, el Tribunal Oral Criminal 15 condenó a prisión perpetua a los hermanos Schlenker, a Rubén “Oveja” Pintos, Pablo “Cuca” Girón, Ariel “Colo” Luna y a 10 años de Martín “Pluto” Loccoco. Sin embargo, las condenas no están firmes, y los hermanos de la pesada permanecen en libertad.

El capítulo de la confitería entre las dos facciones internas fue el 25 de noviembre del año pasado, antes del superclásico de Copa Sudamericana en el Monumental, con 150 violentos armados con palos y armas blancas. Hasta ahora, sólo dos barras fueron detenidos por ese episodio: Martín Núñez Giogiosa y Ricardo Gerino, de la denominada “Banda del Oeste”, aunque se pidió la captura de otros tres.
 


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