Infojus: Asumió Vaca Narvaja, el juez federal que fue víctima del terrorismo de Estado

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Asumió Vaca Narvaja, el juez federal que fue víctima del terrorismo de Estado

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2014-11-20 | Por: Waldo Cebrero | Fecha de captura:: 2016-01-22 22:04

“Tengo absolutas convicciones de que se puede tener una justicia más igualitaria, más equitativa y que la gente sienta como más justa”, dijo a Infojus Noticias luego de asumir acompañado por representantes de organismos de derechos humanos. Juró por “la patria y el honor”, ante un centenar de funcionarios y militantes.

No quedó un rincón sin ocupar en el piso diez de la Torre de los Tribunales Federales de Córdoba. Hasta el hall de espera estaba repleto. Nunca la asunción de un magistrado fue tan concurrida y popular como la de Miguel Hugo Vaca Narvaja, que se convirtió en el nuevo titular del Juzgado Federal N°3, vacante desde 2009.

A sus 47 años, es el primer juez que fue víctima del terrorismo de Estado: hijo y nieto de fusilados, exiliado en México a los 9 años, sobrino de uno de los fundadores de Montoneros e integrante de una familia diezmada por la dictadura cívico militar. De impecable traje gris y corbata rojo punzó, el rubio de metro noventa juró por “la patria y el honor”, ante un centenar de funcionarios y militantes de derechos humanos. Los empleados más viejos de tribunales no recordaban ningún otro caso de otro juez que no haya jurado “por Dios”. El acto estuvo plagado de escenas que hace años hubieran parecido surrealistas.

–Tengo absolutas convicciones de que se puede tener una justicia más igualitaria, más equitativa y que la gente sienta como más justa –dijo a Infojus Noticias luego de asumir.  

–Ahora, por expreso pedido del juez federal, invitamos a firmar el acta de asunción a la señora Sonia Torres, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo –dijo Ignacio Vélez Funes, vicepresidente de la Cámara Federal de Córdoba.

La abuela pasó entre la gente y estampó su firma junto a la de los camaristas. Luego siguió el turno de Emilia D’Ambra, presidenta de Familiares de Desaparecidos, y de Luis “Vitin” Baronetto, ex preso político de la UP1, el penal del barrio San Martín. Baronetto firmó y luego miró al juez.

–Por los fusilados. Por tu papá y mi esposa –le dijo.

Cuando llegó el turno de Luis Vásquez, ex dirigente de Obras Sanitarias y amigo de Miguel Hugo, el hombre gritó de entre la multitud:

–Yo soy Luis Vásquez, pero no firmo nada –el vicepresidente de la Cámara quiso protestar, pero Vásquez siguió: “Eso sí: por Huguito pongo las manos en el fuego”.

Miguel Hugo eligió asumir esta fecha por el Día de la Soberanía Nacional y porque un 20 de noviembre, hace 39 años, su padre fue detenido en las escalinatas de Tribunales Federales y cuatro meses después, fusilado por la dictadura. Entre los presos políticos fusilados estaba también Marta González de Baronetto.

Hasta un día antes de asumir como juez, Vaca Narvaja representó a los familiares de 50 víctimas del centro clandestino La Perla, en el megajuicio que empezó hace dos años. En el 2010 fue querellante en el juicio donde se condenó a Jorge Rafael Videla y otros 13 represores, por los crímenes de 31 presos políticos de la UP1. Entre esos fusilados estaba su padre, abogado de 35 años y apoderado del Peronismo Autentico, que fue sacado de su celda y acribillado junto a otros tres presos, el 10 de marzo de 1976. Diez días antes, había sido secuestrado y asesinado su abuelo. Ambos –padre y abuelo– se llamaban Miguel Hugo y el heredó sus nombres por ser primogénito.

–Yo decidí cortar con la estirpe. Era mucha carga –cuenta a Infojus Noticias –. A mi hijo le puse Emiliano, como Zapata, el revolucionario mexicano.

El 1° de marzo de 1976, con su marido muerto y un hijo preso, Susana “Tuntuna” Yofre, abuela de Hugo, juntó a su prole integrada por 26 personas e invadió el consulado mexicano pidiendo asilo político. Hugo tenía 9 años. Volvió recién con la democracia.

La paradoja es desgarradora y simbólica. Hugo Vaca Narvaja (padre) había sido detenido en 1975 por orden del Poder Ejecutivo Nacional en las escalinatas de los tribunales federales de Córdoba cuando salía de hacer una presentación a favor de su cliente, Miguel Ángel “Chicato” Moze, preso político. Aunque el edificio no es el mismo, ahora su hijo ocupará un cargo en esa institución tan anquilosada.

“Esto solo es posible gracias todos cambios que vivimos en estos últimos once años. Los derechos ganados, la inclusión, la igualdad, la equidad, son las bases para que yo pueda llegar a ser juez”, dice Miguel Hugo. No le gusta anteponer su historia personal a todo. Es perfil bajo, sereno y afectuoso. Responde con evasivas a las preguntas que buscan sacarle una frase impactante sobre su historia. Dice, por ejemplo:

–También es revolucionario que un abogado de calle como yo llegue a ser juez federal.

En 2010, durante el juicio UP1, uno abogado defensor recusó a uno de los magistrados porque se tomó una foto frente a un ex centro clandestino mientras marchaba un 24 de marzo. Aquel incidente demoró el juicio y abrió un debate anacrónico en medio del proceso. Con la asunción de Vaca Narvaja en el juzgado, aquel momento tan cercano en el tiempo parece remoto.

“Yo voy a ser un juez que va a ir a todas las marchas”, dice. “Quién te va a decir que no podes ir porque sos juez. La marcha del 24 es un compromiso con los derechos humanos y la democracia, se marcha para repudiar la abominación que fue la dictadora. Lo que sería normal es que todos los jueces, los gobernadores, los legisladores tuvieran ese compromiso”.

–¿Cómo se ve dentro de la justicia cordobesa, tan corporativa y conservadora?

-Sobre todo hay una cuestión generacional. Yo tengo 47 años, varios menos que muchos jueces de Córdoba. Mi formación arranca con la nueva Constitución  Nacional del ‘94, con el ingreso de los tratados internacionales. Es otro Derecho, más moderno si se quiere. Además fui durante 20 años abogado de la calle, por lo que conozco bien cuáles son las demoras y falencias de la justicia.

–¿Qué opina de las reformas judiciales que impulsa el gobierno nacional?

–Es acorde a las políticas de los últimos años. Es muy importante que las personas puedan acercarse la justicia, entender que no es algo ajeno y lejano. Por ejemplo, como abogado, yo ahora estoy terminado un juicio por daños y perjuicios que empezó hace 17 años. ¿Cuál es la reparación después de haber trascurrido tanto tiempo? Eso no puede seguir pasando.

–¿Qué cosas de ser juez le provocan temor?

-Me da miedo a equivocarme. Como abogado he visto sentencias muy injustas. En el fueron provincial de Córdoba todavía se mete presa a gente porque tiene un porro encima, a pesar del fallo de la Corte Suprema que sostiene que son cuestiones privadas que no deben penarse. Eso sucede en Córdoba porque se desfederalizó la persecución del narcomenudeo. Pero es un dispendio jurisdiccional innecesario e inútil. Porque el problema no es ni la droga ni el consumidor, el problema es el tráfico. El gran negocio. Y hay que discutir qué hacer con él. Si lo atacamos o lo regulamos.

Miguel Hugo era hasta ayer procurador del Tesoro de Córdoba y asesor letrado de la seccional Córdoba de ANSES. En el Juzgado Federal de primera instancia N°3 reemplazará a la jubilada Cristina Garzón de Lascano. Su nombramiento se oficializó el 13 de noviembre mediante la publicación en el Boletín Oficial de la Nación del decreto 2060, firmado por la presidenta Cristina Fernández desde Olivos, cuando se reponía su licencia médica. En el orden de mérito quedó tercero.

En esa dependencia recaen las causas por terrorismo de Estado. Pero cuando se supo que el cargo sería ocupado por Vaca Narvaja, muchos especularon con lo que pasaría si él –con su historia personal– debe instruir esas causas.

-¿Se apartará de las causas de lesa humanidad?

–Solo me apartaría contra las personas a las que he acusado como querellante. Pero apartarme solo por mi historia personal no me parece que sea correcto. No es motivo de recusación. El motivo es el interés en el pleito y yo demostré que no lo tengo porque, en el juicio de mi padre, cuando la prueba no fue suficiente para pedir la condena de una persona, pedimos la absolución. Además cada uno tiene su historia persona, su carga. Que la de unos sea más o menos conocida o más o menos dolorosa, no tiene que ser motivo.


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