Infojus: El último canto del "Tordo” De Benedetti: del monte tucumano al fusilamiento
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El último canto del "Tordo” De Benedetti: del monte tucumano al fusilamiento
| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2014-04-20 | Por: Infojus Noticias | Fecha de captura:: 2016-01-29 02:21
En el juicio que empezó hace pocos días se juzga a los responsables de la muerte de este militante empedernido, uno de los fundadores del ERP y pieza estratégica para crear un foco en el monte tucumano. La crónica de su muerte anunciada después de la detención.
En el juicio que comenzó hace días en Tucumán hay seis represores imputados por la muerte del militante Osvaldo De Benedetti. El tribunal -integrado por los jueces Gabriel Eduardo Casas, Carlos Enrique Ignacio Jiménez Montilla y Juan Carlos Reynaga- pondrá la lupa en determinar cómo fue asesinado este militante del ERP/PRT y quiénes fueron los responsables. Esta semana, en el megajuicio por “La Perla” en Córdoba, declaró su excompañero de celda Humberto Tumini: “Él había quedado preocupado por una entrevista con un militar. Dijo ‘Me van a matar’ y a los tres meses lo mataron. Evidentemente había un proceso en marcha que él había observado”. Su respuesta servirá como prueba para el juicio que se sigue en Tucumán, ya que el abogado querellante anticipó que se enviarán las versiones taquigráficas.
El tordo que hizo su casa en el monte
“El Tordo” -así le decían- había nacido en 1949, se había criado en Santa Fe y se había sumado a las filas del comunismo en la escuela secundaria. Se identificaba con las ideas de la revolución cubana y del trotskismo internacional. Y participó de dos de las insurrecciones obrero-estudiantiles más importantes de fines de los ´60: el “Cordobazo” y el “Rosariazo”.
Estuvo cerca de la muerte en varias oportunidades. De acuerdo a los testimonios del juicio por la “Masacre de Capilla del Rosario”, ocurrida el 12 de agosto de 1974, De Benedetti formó parte del grupo que escapó a la represión tras el copamiento del Regimiento 17 de Aerotransportada de Catamarca. Catorce militantes fueron fusilados tras entregarse con vida, y doce quedaron detenidos. Después de aquella proeza, el “Tordo” regresó a los montes tucumanos. Era uno de los líderes en el frustrado intento por crear un foco revolucionario a la luz de la experiencia cubana.
A comienzos de los ´70, el objetivo del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)- Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)- era desarrollar la lucha armada como estrategia central para la toma del poder. El norte del país, además de Santa Fe y Córdoba, era una de sus bases de operaciones. Uno de los puntos más estratégicos estaba en Santiago del Estero, con su principal referente, Mario Roberto Santucho. Su radio de acción, además, se extendía a varias provincias, entre ellas Tucumán. Allí “El Tordo” formó parte de “La Compañía de Monte”. Muchos miembros de esa unidad eran mujeres, como Liliana Delfino y Susana Gaggero de Pujals. Otra militante, “Negrita”, contó que una vez se cruzó con él.
-¿Vos sabés usar un arma?- le preguntó De Benedetti, sin preámbulos.
Ante la negativa de la mujer, insistió: “¿Nunca viste un arma?” Y del bolsillo de su pantalón sacó una 45. “Estuve charlando con él bastante tiempo. Me acuerdo que había carteles por toda la ciudad buscándolo, y llegó con el cabello rojo, color zanahoria. Entonces llamaba más la atención. Pero era un tipo así, muy cálido”, recordó la “Negrita” en una entrevista que le hizo el historiador Pablo Pozzi.
El “Tordo” se movía en la clandestinidad. Vivía hostigado por los agentes de inteligencia y no podía dar un paso en falso. Ya había sufrido la cárcel y torturas durante la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse. Ese periplo de detenciones pareció terminar el 25 de mayo de 1973, cuando De Benedetti recuperó la libertad tras la apertura democrática durante el gobierno de Héctor Cámpora. Pero en 1974, fue nuevamente detenido y torturado en Tucumán, en la jurisdicción del comando del tercer cuerpo de Ejército, al mando del general Luciano Benjamín Menéndez.
Su última detención fue en la Unidad Penitenciaria número 1 (UP 1) del barrio San Martín de Córdoba durante la dictadura cívico militar de 1976. “Fue procesado por asociación ilícita y detenido en la UP N° 1 de Córdoba a disposición del Juzgado Federal de Tucumán y del Poder Ejecutivo Nacional por decreto N° 1761/74, en carácter de ‘rehén’ junto a otros presos provenientes de diferentes cárceles del país”, rezan los autos de elevación al juicio que comenzó esta semana y que investiga su muerte.
La cuenta regresiva en la UP1
En la UP1 de Córdoba, donde De Benedetti estuvo detenido, los fusilamientos y asesinatos eran selectivos. La particularidad de este penal residía en que todos los fusilados eran presos legalmente reconocidos, alojados en una dependencia carcelaria, con abogados defensores, de oficio o particulares. Estaban a disposición de Juzgados Federales y del Poder Ejecutivo Nacional y muchos de ellos con el proceso judicial concluido y con resolución de libertad. Pero los presos políticos estuvieron incomunicados desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 25 de mayo de 1979. La Unidad quedó a cargo del mando del General Juan Bautista Sasiaiñ. “Les vengo a comunicar que todos ustedes están condenados a muerte. Pero no se pongan contentos, pues morirán uno a uno muy lentamente, de manera que se arrepientan de haber nacido”, les decía a De Benedetti y a sus compañeros detenidos.
Durante dos meses sufrió cinco traslados y pasó por varias cárceles del país – entre ellas, Rawson, Sierra Chica, y Córdoba- junto a otros detenidos como Ricardo Ripodas y Humberto Tumini. Los militantes eran aislados de sus familias y amenazadas de muerte cada día. Según Eduardo Schneider -quien tras la muerte de De Benedetti escribió una carta a un director de un diario norteño- en uno de sus últimos contactos con el exterior, “El Tordo” hizo llegar un saludo a su partido. En ese mensaje planteó la posibilidad de “ser fusilado por el enemigo”, pero “fiel a su estirpe, siguió manteniendo firme su fe inquebrantable y su alegría permanente”.
En julio de 1978 fue trasladado a Tucumán. Lo mataron en horas. Lo sacaron de la cárcel de Villa Urquiza, a unas 20 cuadras de la gobernación tucumana, y lo llevaron hasta Caspichango, a 40 kilómetros de la ciudad, para ejecutarlo. Tenía 28 años. Sus padres intentaron conseguir información en Córdoba sin éxito, hasta que supieron que había sido abatido en un supuesto “enfrentamiento”, por lo que luego pudieron recuperar sus restos. El “Tordo” apareció muerto con heridas de bala en el Hospital Padilla de Tucumán. “Las heridas eran de armas de guerra y eran muy visibles”, dijo su madre esta semana en el juicio.
En 1979, la dictadura informó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que su muerte se había producido porque De Benedetti “había intentado escapar” mientras se realizaba una inspección de un supuesto depósito de armas entre Caspinchango y la localidad de Potrero Negro. Su familia también sufrió la persecución ideológica. Uno de sus hermanos murió prisionero de los militares en la cárcel de Rawson, en 1979. Otro, el menor, debió exiliarse con sus padres, perseguidos por su lucha en defensa de los derechos humanos y la libertad de los presos políticos.
Sus compañeros lo siguen reconociendo, como señaló Schneider en aquella carta escrita tras su muerte- como un “incansable e indoblegable luchador por la justicia y la libertad del pueblo argentino”.
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