Infojus: Catorce años de cárcel para un hombre que prendió fuego a su pareja
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Catorce años de cárcel para un hombre que prendió fuego a su pareja
| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2013-07-12 | Por: Juan Mattio | Fecha de captura:: 2016-01-22 01:06
Condenaron a 14 años de cárcel a un hombre por prender fuego a su pareja embarazada de un mes. En solo un año de convivencia, tenía 24 denuncias por violencia. La fiscalía había pedido 15 años en un juicio donde se peleó para que primara la perspectiva de género.
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 condenó a 14 años de prisión efectiva a Simón Bracamonte por haber rociado con alcohol y haber prendió fuego a su esposa. Después le negó asistencia médica y amenazó a los vecinos que quisieron ayudara. La fiscal pidió 15 años de prisión por tentativa de homicidio agravado por el vínculo. En solo un año él la agredió 24 veces.
La sentencia
Los jueces Luis salas, Alberto Huarte Petite, Martín Vázquez Acuña resolvieron rechazar el alegato de la defensa y condenar a Simón Bracamonte por “homicidio en grado de tentativa agravado por el vínculo” de su mujer en concurso real con amenaza coactiva a la vecina que intentó ayudarla. La fiscal, Monica Cuñarro dijo a Infojus Noticias : “Este es un fallo ejemplar porque se tomaron en cuenta todo los instrumentos internacionales que obligan al Estado argentino a tomar estos casos como casos de violencia de género y darle el máximo valor probatorio a la palabra de las víctimas”.
- ¡Voy a dejar de tener pesadillas, voy a dejar de soñar que lo dejaban libre y me viene a matar! – fue lo primero que dijo la mujer “B”, al conocer el fallo. Agradeció a la fiscalía, a la Oficina de Asistencia a la Víctima, a la Oficina de Protección de Género y al programa de asistencia la Defensoría General.
Los hechos
B. estaba embarazada de un mes, se había hecho un test casero y tenía turno en la ginecóloga para hacerse la primera consulta. Bracamonte había salido en libertad condicional y estaba viviendo con su madre porque tenía restricción para ver a su esposa por una denuncia de violencia de género. La llamó para acompañarla y la citó en su casa.
Apenas llegó B., él cerró la puerta con llave. Entonces le dijo: “Ahora vas a ver, vas a aprender a hacerme caso”. Era la mañana del 23 de julio del 2012.
Bracamonte había comprado una botella de alcohol y un encendedor de alta potencia. La obligó a desnudarse, le tiró el alcohol en la cabeza y la arrastró de los pelos hasta el dormitorio. Los vecinos escucharon los primeros gritos. La prendió fuego. El pelo, la cara, el cuello, las manos y la espalda de B. sufrieron quemaduras graves. Entonces le tiró una manta de nylon, lo que empeoró el dolor y las heridas.
Gastón, el vecino, tocó el timbre. Él salió, cerró la puerta y muy tranquilo le dijo que era una simple discusión de pareja. Mientras tanto, adentro, ella aprovechó para hacer la primera llamada al SAME. Declararon la Alerta Roja, es decir que había riesgo de muerte en menos de una hora. Cuando Bracamonte entró le preguntó: “¿Qué? ¿Estás llamando a la yuta?”. Ella corrió y se encerró en el baño. Abrió la ducha y se mojó. Después se envolvió en una sábana. Los gritos eran cada vez peores.
Otra vez el timbre, otra vez Gastón. Él insistió en que se trataba de una pelea de pareja. B. se visitó a medias, como pudo, y salió corriendo por la puerta que esta vez había quedado abierta.
“¡Me prendió fuego!”, gritaba, y tocaba el timbre del departamento N° 5. La vecina abrió y él no alcanzó a agarrarla.
Una mujer grande, con un perro como única compañía, ayudó a B. Le puso cubitos en el cuerpo y volvieron a llamar al SAME. Mientras él pateaba la puerta y amenazaba de muerte a la vecina y a su perro.
Cuando llegó la ambulancia la vecina hizo señas desde la ventana, pero no la vieron. Bracamonte bajó y les dijo que era una falsa alarma. Los médicos dudaron y llamaron a la central. Un operador les dijo que B. estaba escondida en el departamento N° 5, que esperaran cooperación de las fuerzas de seguridad. Llegaron dos gendarmes y un policía.
Él volvió a salir, esta vez con muletas, y avisó que no iba a abrir la puerta sin una orden de allanamiento. Los agentes se comunicaron con un juez que dio la orden y, entonces, él abrió. Un gendarme acompañó a los médicos hasta el departamento N° 5. Comprobaron que no estaba descompensada en su sistema respiratorio pero que tenía que ser trasladada de inmediato al Hospital del Quemado. Cuando se prenden fuego las terminales nerviosas el riesgo de infección en la cara y en las manos es altísimo. Recibió antibióticos constantemente en los 15 días de internación. Apenas llegó al hospital supieron que había perdido el embarazo.
Mientras tanto uno de los policías que había quedado en los monoblocks se paró en la puerta de la casa y le dijo a Bracamonte que no podía volver a entrar a la casa de su madre. Estaba preservando la escena del crimen. Cuando llegaron los móviles policiales, lo redujeron y lo trasladaron a la comisaria. El equipo de criminalística encontró muchos indicios en la escena, se secuestraron elementos y descubrieron que, en algún momento, él había tirado la botella de alcohol por la ventana.
El trabajo de la fiscalía
“Por primera vez la procuración tiene una política criminal orientada a la igualdad de género -explicó la fiscal Mónica Cuñarro a Infojus Noticias - El Programa de Políticas de Género del Ministerio Público Fiscal dio asesoramiento técnico aportando fallos que sirvan de antecedente. Mientras que la Oficina de Asistencia a la víctima trabajó con B. y la vecina para que se animaran a declarar”.
Una serie de tratados internacionales con rango constitucional y de leyes nacionales intervienen en el caso, que tanto para la fiscalía como para la querella se pudo acreditar en el juicio que se trata de un caso de violencia de género. Entre las recomendaciones de Naciones Unidas tomadas en cuenta por la fiscal está “el derecho a la participación más amplia de la víctima” Es decir que la validez que se le deba dar al testimonio de las víctimas es diferente a otras situaciones. En palabras de Cuñarro: “En este caso, como en el de violación, el testimonio tiene una importancia mayor que en un robo, por ejemplo y el tratamiento que se le tiene que dar es no como un hecho aislado sino como un conjunto de hechos”
La situación de violencia contra B. es anterior a la figura de femicidio en el Código Penal, por lo que se trabajó desde la fiscalía como un “homicidio en grado de tentativa agravado por el vínculo”
En su alegato final Cuñarro citó a Carmen Argibay, ministra de la Corte Suprema de Justicia, en el encuentro de juezas de América Latina: “Hay que tratar de comprometer a los magistrados varones porque existe el machismo judicial y las más desvalorizadas en el Poder Judicial son las mujeres pobres”.
El juicio
La vecina, desde ese día, está bajo tratamiento psicológico y psiquiátrico por tener ataques de pánico, insomnio y pesadillas. Por la noche traba la puerta con sillones. A raíz del trabajo de la Oficina de Asistencia a las Víctimas pudo declarar en el juicio, pero siguen trabajando con ella porque teme por su vida.
Por su parte, la defensa encontró un atenuante. Dijo que Gastón, el vecino que tocó dos veces el timbre cuando escuchó los gritos, era amante de B. y que su pareja tenía dudas de que el hijo fuera suyo. Además, entiende que la orden de allanamiento es nula porque el juez no argumentó la emergencia.
Bracamonte, en su declaración, dijo: “uno sabe que no se le pega a las mujeres pero que esas son solo palabras porque cuando hay infidelidad, y si está la droga de por medio, la cocaína a uno le generan esas reacciones, esas cosas influyen en la mente de cada uno”.
De los diez años que estuvieron casados, solo pudieron convivir durante uno. El resto del tiempo Bracamonte estuvo preso por robos con armas. Ella fue a visitarlo siempre. Durante ese período, según contó B., él la obligó a quedar embarazada en las visitas íntimas. Tienen tres hijos en común.
La denuncia anterior
B. llegó en 2012 a la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema. El médico que la atendió constató que tenía hematomas desde los pies hasta la cabeza. Denunció maltratos verbales, físicos y psicológicos en 24 ocasiones en el único año que convivieron de los 10 que llevaban casados. Pidió que no hicieran la denuncia penal y se le dio intervención a la Justicia Civil que clasificó el caso de Muy Alto Riesgo, empezó tratamiento psicológico y psiquiátrico e impuso el impedimento para acercarse a ella, a la casa de sus padres y a los nenes.
Durante el juicio Bracamonte amenazó a un policía delante del tribunal y le dijo a un agente del Servicio Penitenciario Federal: “no puedo soportar ver tantas mujeres, las voy a matar a todas”. B., repitió muchas veces, en distintas audiencias: “Pero él es bueno
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