Infojus: Bajo una fina capa de hielo

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Bajo una fina capa de hielo

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2013-07-28 | Por: Juan Mattio | Fecha de captura:: 2015-12-25 10:27

Crímenes es el primer libro de ficción del abogado alemán Ferdinand von Schirach. El autor se dedica al derecho penal y dice haber tenido más de 700 casos en sus manos. Algunos de ellos de resonancia mediática en su país y en Europa. Con un estilo filoso, sin rimbombancias, este abogado alemán es capaz de mostrarnos el mundo de la justicia como quien mira por el ojo de una cerradura.

Ferdinand Von Schirach dice que empezó a escribir Crímenes con un único propósito: “vencer el insomnio”. Y escribe con la nostalgia de quien extraña otro tiempo, otros hombres u otra forma del hombre: “La última reforma de la Ley de enjuiciamiento criminal ha suprimido la obligación de prestar juramento antes de declarar en un proceso penal. Hace ya mucho que no creemos en eso. Cuando un testigo miente, miente: ningún juez cree seriamente que eso cambiaría con la prestación de juramento. Parece que al hombre moderno el juramento le da igual”. 

El autor carece del cinismo que está asociado a los abogados, en especial a los abogados defensores, y tiene algo que escasea no solo en el mundo judicial: empatía. Hay cierta literatura –y no está exento cierto periodismo- que supone que la empatía es entender “lo otro”, no a otros. Por eso se vale del lenguaje de los márgenes sociales para darle credibilidad a lo que está contando. Von Schirach no lo necesita. Él simplemente comprende que detrás de los hechos, por más violentos, por más inexplicables que sean, no hay otra cosa que personas de carne y hueso.

Once relatos

 

El autor nos cuenta femicidios, robos, estafas, situaciones de violencia de género, asesinatos. Pero su mirada funciona a la inversa que la lógica judicial. No busca encasillarlos en una categoría sino liberarlos de esos compartimientos estancos para devolverlos a sus protagonistas. No hay personajes planos, todos tienes rasgos, texturas, nombres propios.

No se trata de incluir un evento particular dentro de un concepto general, sino de descubrir qué tiene de singular este asesinato o aquel robo. En el prólogo del libro dice: “Yo cuento las historias de asesinos, traficantes de drogas, atracadores de bancos, prostitutas. Todos tienen su historia y no son muy distintos de nosotros. Nos pasamos la vida danzando sobre una fina capa de hielo; debajo hace frío, y nos espera una muerte rápida. El hielo no soporta el peso de algunas personas, que se hunden. Ése es el momento que me interesa”.

Entonces un marido puede prometer a su mujer, durante la luna de miel en El Cairo, que va a cuidarla por siempre. Su mujer, con el correr de los años, se puede transformar en una persona insoportable que no hace más que humillarlo. Pero él –tal vez porque pertenece a ese tiempo que añora Von Schirachm donde los hombres cumplían sus promesas- no puede dejarla. Termina por matarla para escapar de su juramento.

O puede ser un inmigrante que se crió en un campo de refugiados en Beirut y al que sus padres “pasaron” por las fronteras pagando mucho dinero. Y puede ser que ese inmigrante se vuelva transa, adicto al juego y novio de una chica que se prostituye para pagar sus deudas de juego. Entonces, puede que ese chico inmigrante, al enterarse de dónde viene la plata, termine por matarla.

Y la historia de una chica que viene de Europa del Este. Huyendo de los soldados que asesinaron a su hermano y la violaron. Puede ser que en Alemania se gane la vida como prostituta y que uno de sus clientes muera de un paro cardíaco en su cama, con los pantalones bajos y la cara aturdida. Puede que su novio, un mendigo que “tenía 19 años y hacía uno que nadie lo abrazaba” se deshaga del cuerpo para evitar que la acusen  de homicidio. Aunque tenga que cortarlo en pedazos.

También aparece la historia de un caníbal que intenta comerse a su novia, o la de un grupo de jóvenes que le roban a la persona equivocada y terminan lastimados, asustados y devolviendo el cuenco japonés de 1581, o  la de un hombre misterioso, sin nombre, que mata dos skinhead en legítima defensa.

Ahí está Alemania, los pedazos de un país complejo, contradictorio, violento. A Von Schirachm le gusta recordar la frese que dejó un tío suyo que había sido juez en una carta, antes de suicidarse: “la mayoría de las cosas son complicadas y la culpabilidad es siempre un asunto delicado”. Y con ese haikú en la cabeza escribe, cuenta y nos convida de su mirada lúcida en un mundo oscuro. 

Ferdinand von Schirach,

Salamandra, Buenos Aires, 2012, 187 pág.


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