Infojus: ¿Miramos una de abogados?

Recuperadas de Infojus
Publicación original por

Esta nota, publicada originalmente por el portal Infojus Noticias, fue recuperada y puesta a disposición del público, luego dejar de estar disponible en su fuente original.

En coincidencia con lo publicado por el portal de la Agencia Nacional de Noticias Jurídicas, consideramos que “La información es un bien público”, y apoyamos el objetivo de Infojus Noticias, de “ser un lugar de referencia para cualquiera que necesite conocer las noticias de la justicia, y servir como proveedor gratuito y universal para los medios interesados en la temática.”

A continuación transcribimos textualmente la nota y adjuntamos una captura que ilustra como lucía la publicación original.

Ver listado completo de notas recuperadas de Infojus Noticias

¿Miramos una de abogados?

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2013-07-27 | Por: Juan Mattio | Fecha de captura:: 2016-02-01 22:47

Se puede pasar por la vida sin presenciar una audiencia de juicio. Hay muchas personas que ni siquiera necesitan ver a un abogado. A pocos les resulta familiar la vida cotidiana de los tribunales. Pero la Justicia está ahí, y la sociedad crea sus representaciones y las pone a circular. Infojus Noticias hizo un repaso por cinco películas donde los protagonistas son abogados, fiscales, jurados y jueces.

Las noticias de los procesos judiciales son leídas con interés desde su inicio en la investigación policial hasta la sentencia final. La Justicia se construye, también, como un espectáculo de masas. Existe una literatura judicial, un periodismo judicial, un cine judicial. ¿Cómo mira el cine en la Justicia?

El momento crucial de una buena película de abogados siempre es el alegato. O al menos tiene su forma. Desde el discurso de Henry Fonda en “12 hombre en pugna” para convencer a los otros jurados hasta las explicaciones de Al Pacino en “El abogado del Diablo” para hacer ver a  Keanu Reeves, su hijo, que la historia del mundo es una pelea de boxeo donde él está ganando por nocaut. El alegato le habla al público que, sentado en el cine, escucha en posición de jurado para decidir si absuelve o condena, si perdona o castiga.

#1 El abogado del diablo

Esta película merecería el primer puesto sólo por superar un obstáculo que ninguna otra tuvo: Keanu Reeves. Pero también está Al Pacino interpretando al Diablo y la historia de un joven brillante que está dispuesto a todo por llegar a la cima. Con un record de 64 casos ganados y ninguno perdido, a Kevin Lomax (Reeves) le toca defender a un abusador sexual. Pese a que sabe que es culpable, gana el caso y lo deja en libertad. Al público no le hacen falta más sugerencias: Lomax es el hijo del Diablo.

Con el caso terminado una firma de Nueva York le ofrece un contrato. Acepta. Se muda con su mujer (Charlize Theron) y ahí conoce a John Milton (Al Pacino). Lomax se desvive por ganar un caso tras otro. Su mujer enloquece, su vida se deshilacha, pero él avanza porque es lo único que sabe hacer. Milton no lo obliga a nada, la única regla que tiene el Diablo es respetar el libre albedrío. Y Lomax no necesita a nadie para ensuciarse hasta las orejas. “Mi pecado preferido -dice Milton- es la vanidad”.

El punto crucial es cuando el Diablo debe convencerlo de engendrar al anticristo. Sus argumentos son fuertes: “He alimentado cada sensación que el hombre estuvo impulsado a tener. Me preocupé por lo que él quería y nunca lo juzgué. ¿Por qué? Porque nunca lo rechacé. A pesar de todas sus imperfecciones: ¡Soy un fan del hombre! Soy un humanista, tal vez el ultimo humanista”. 

#2 Philadelphia

El talento de Andrew Beckett (Tom Hanks) lo lleva a lo más alto de la firma en la que trabaja. Es joven y brillante. Pero son los años ´80, Andrew también es gay y portador de VIH. Los directivos deciden deshacerse de él y le tienden una trampa.

Andrew pasa de exitoso a segregado social. No hay un sólo abogado en toda la ciudad que quiera llevar su caso. Ni siquiera Joseph Miller (Denzel Washington) un abogado oportunista que reparte tarjetas entre accidentados para encontrar clientes. Miller es machista, homófobo, y está lleno de prejuicios. Más o menos, como la gran mayoría.

El momento en que Andrew convence a Miller de representarlo es lo mejor de la película. Se encuentran en una biblioteca. Andrew está estudiando porque decidió ser su propio abogado, Miller lo observa desde otra mesa y ve cómo un empleado le ofrece pasar a una “sala privada”. Se acerca, lo defiende y se sienta a escucharlo. Andrew lee en voz alta un fallo de la Corte Suprema: “El prejuicio que rodea el SIDA impone una muerte social que precede a la real y física”, dice y nos deja a todos –incluido Miller- de su lado. 

#3 12 hombres en pugna

La película es sobre los prejuicios raciales. El sistema de jurado, planteado así, es imbatible. Un solo hombre con una mínima duda, logra salvar a un inocente de la silla eléctrica. Los doce jurados se meten a una habitación a discutir el caso. Un joven puertorriqueño está acusado de matar a su padre con una navaja. Hay pruebas, testimonios, antecedentes. Pero para llegar a la pena de muerte la decisión tiene que ser unánime.

Cada uno de los doce jurados tiene, en algún momento de la película, su propio alegato, sus propias razones. Pero el gran momento es cuando Henry Fonda explica por qué no va a votar “culpable” y abre el camino para empezar a dudar. La condición de posibilidad de la película. Fonda explica que durante todo el juicio todos estaban seguros de lo que había pasado y nada real puede ser tan claro: “Me puse en lugar de ese chico. Yo hubiera pedido otro abogado. Si me jugara la vida en un juicio quisiera que mi abogado destrozara a los testigos del fiscal o al menos lo intentara”. Entonces se convierte él en su abogado y logra ganar el caso ante los otros once jurados.

#4 Código de honor

Decía Groucho Marx: “la justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música”. Y esta es una película donde todos son militares: acusados, jueces, abogados y jurado. Daniel Kaffee (Tom Cruise) es abogado y oficial de la marina. El caso que tiene entre manos es contra el  coronel Jessep  (Jack Nicholson) quien dio la orden a sus subordinados de darle una lección al soldado más débil de la tropa a su cargo. El Resultado: el soldado William T. Santiago termina muerto.

Las pruebas no le alcanzan a Kaffee para probar el crimen y tiene que arrancarle la confesión al coronel durante la declaración. Presión, presión y más presión. Jessep siente que lo sacaron de su lugar: custodiar la seguridad nacional.

Entonces sucede. Jessep  acepta que dio la orden y lo justifica: “¿Quieres la verdad? - le pregunta a Kaffee- Tú no sabes qué hacer con la verdad. Vivimos en un mundo que tiene muros, y esos muros han de estar vigilados por hombres armados. ¿Quién va a hacerlo? ¿Tu? Lloras por Santiago y maldices a los marines. Tienes ese lujo. Tienes el lujo de no saber lo que yo sé: que la muerte de Santiago, aunque trágica, seguramente salvó vidas, y que mi existencia, aunque grotesca e incomprensible para ti, salva vidas”. 

#5 El secreto de sus ojos

Un femicidio situado en 1974, un marido desesperado por encontrar Justicia y dos funcionarios judiciales obsesionados con el caso. Después de muchos tropiezos logran poner entre rejas al asesino. Las internas del Juzgado provocan que, a partir de un tecnicismo, el culpable quede libre. Todos los involucrados quedan tocados para siempre por esta experiencia. Los años pasan, los gobiernos se suceden, la violencia política se desata en Argentina. Veinticinco años después, Benjamín Espósito (Ricardo Darín), se encuentra con el esposo de la víctima (Pablo Rago). Y le pregunta cómo hizo para sobrellevar el dolor. El marido le “confiesa” que encontró al asesino y lo mató. Pero Espósito sabe que eso es imposible. Y lo sabe porque el gran descubrimiento de la película es un nudo que ata a todos los hombres del mundo: todos tenemos una pasión que no podemos abandonar.

En un bar turbio el ayudante del juzgado (Guillermo Francella), le explica a Espósito lo siguiente: “Un tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar, un hombre no puede cambiar de pasión”. Y la pasión del asesino era el fútbol (lo encuentran en un estadio viendo un partido) y la pasión del marido es que el asesino de su mujer esté en la cárcel. Espósito descubre, en la escena final, que el viudo mantuvo encerrado al asesino durante 25 años.  Y piensa tenerlo ahí para siempre porque en su justicia personal le dictó “prisión perpetua”. 


Aspecto de la publicación original en Infojus Noticias: Nota de Infojus borrada