Infojus: CNU: El día que las balas llegaron a la facultad

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CNU: El día que las balas llegaron a la facultad

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2014-12-20 | Por: Juan Carrá | Fecha de captura:: 2016-02-02 19:55

Silvia Filler tenía 18 años y estaba entre los estudiantes que participaban de una asamblea en el Aula Magna de Arquitectura. Esta semana el autor del disparo, Oscar Héctor Corres, fue procesado por asociación ilícita en la causa de la Concentración Nacional Universitaria.

El 6 de diciembre de 1971, un grupo de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) intentó disolver a tiros y cadenazos una asamblea convocada en el Aula Magna de la Facultad de Arquitectura de Mar del Plata. Aunque el aula quedaba en el primer piso, los estudiantes escapaban arrojándose desde las ventanas. Silvia Ana Filler, de 18 años, estaba entre ellos y murió a causa de los disparos. Su asesino, Oscar Héctor Corres, fue procesado hace unos días por asociación ilícita. Así lo determinó la Justicia Federal en la causa CNU.

La asamblea había sido convocada porque tres días antes, los estudiantes Hugo Torrado y Rafael San Martín tiraron una pastilla de gamexane en una clase de Construcciones. El docente profesaba las ideas del ministro de Educación de la provincia de Buenos Aires, Oscar Ivanissevich, vinculado a la ultraderecha. Otro alumno, Horacio Raya los delató y el rector de la Universidad Provincial de Mar del Plata, Carlos Pantín decidió expulsarlos. Entonces, el sábado 4, Centro de Estudiantes de Arquitectura Unidos (CEAU) –integrado por organizaciones de izquierda– llamó a esa asamblea para organizarse y pedir la reincorporación de los dos compañeros.

Los miembros de la CNU también decidieron organizarse. El domingo 5 de diciembre, enterados de la asamblea, se reunieron en el departamento de Héctor Corres. Ahí programaron la irrupción de la patota en la asamblea. Antes irían a la casa de Fernando Federico Delgado, otro miembro de la CNU. Hoy está prófugo de la Justicia, acusado del secuestro del secretario del gremio de prensa de Mar del Plata, Amílcar González.

Entre las balas y la pared

Aquel 6 de diciembre, la asamblea liderada por el CEAM arrancó a las siete de la tarde con el aula repleta. Silvia Filler estaba sentada en una de las gradas, junto a su amiga Beatriz Hinojal. Según consta en la investigación penal posterior, algunos de los estudiantes de CEAU -entre ellos Horacio Raya, Beatriz Arenasa, Oscar Silvestre Calabró, Carlos Cuadrado y Carlos Zapatero- comenzaron a insultar a los participantes. Arenasa y otros estudiantes salieron a buscar al grupo que esperaba en la casa de Delgado, con bombas de gas lacrimógeno, cachiporras, cadenas y armas de fuego.

En la patota que entró a romper la asamblea estaban Raúl Viglizzo, Marcelo Arenaza, Carlos Eduardo Zapatero, Eduardo Salvador Ullua, Fernando Federico Delgado, Héctor Corres y Juan Carlos Gómez, estos dos últimos llevaban armas de fuego. A ellos se sumaban por lo menos nueve personas más.

Su entrada al Aula Magna fue aterradora para los 300 estudiantes de la asamblea. Corres y Gómez dispararon a tontas y a locas. José Fiscaletti, Marcos Chueque, Oscar Alberto Ibarra y Néstor Adolfo Vila resultaron heridos. Silvia también. Trasladada de urgencia a una clínica, murió a los pocos minutos de llegar.

Marta Filler, su hermana mayor, recuerda: “Me enteré mientras estudiaba en mi casa. Mis padres estaban en un acto, que casualmente compartían con el rector de la Universidad. Yo estaba con dos amigos míos, tocaron el timbre y unos compañeros de la Facultad de Ingeniería, más grandes que yo, me dijeron lo que pasó”.

Filler y después

El martes 7, una multitud acompañó los restos de Filler. Un grupo de estudiantes se desprendió la marcha y atacó a pedradas las vidrieras de la distribuidora de cigarrillos Piantoni Hermanos: era sabido que el abogado Ernesto Piantoni era uno de los líderes de la CNU de Mar del Plata. En el cementerio, el rector Pantín fue echado de los pelos por algunas personas que lo marcaban como responsable de haber permitido el ataque. Días después renunció a su cargo.

Corres fue detenido a las pocas horas del crimen, en su casa de la calle Santa Fe y Rivadavia. Juan Carlos Gómez estuvo prófugo durante un tiempo. Vivió escondido en Capital Federal. Ambos miembros de la CNU fueron juzgados y condenados. La madrugada del 4 junio de 1973, Corres recuperó la libertad tras la amnistía a los presos político decretada por el presidente Cámpora.

Lila, la menor de las tres hermanas Filler, contó que aquel proceso judicial fue “absolutamente legítimo… papá iba todos los días con los abogados. Todo fue coherente. Inmediatamente fueron presos a la comisaría primera, ahí se inició la investigación a cargo del doctor Martijena y todo el proceso fue absolutamente impecable. La Universidad inició su sumario administrativo, también prolijo y coherente. Después es la Cámara de Apelaciones la que exime de responsabilidad directa a un grupo”.

Al salir de la cárcel, Corres siguió vinculado a la CNU que pronto comenzaría a sumarse a la filas de la Triple A. También ejerció como abogado. En 1992, el menemismo quiso nombrarlo juez. “El gobierno menemista propuso a Corres como candidato a juez federal en Mar del Plata. En ese momento, estábamos trabajando en la gestión del Rectorado. El Consejo Superior se expidió inmediatamente, luego de un debate de ratificación de la memoria y un no rotundo a la impunidad. El 12 de octubre del ‘92 salió en el diario el listado de aspirantes al cargo y apareció el nombre. Desempolvamos la documentación e hicimos las presentaciones necesarias y se hizo la denuncia al Ministerio de Justicia y no se llegó a discutir su pliego en la Comisión de Acuerdos del Senado”, recordó Lila.

Primeros golpes de la CNU

“El asesinato de Silvia Filler fue el primer patinazo de la CNU. Entraron armados a la universidad y empezaron a los tiros”, contó en una entrevista a Página/12 Mirta Masid, esposa de Carlos “Flipper” González miembro de la CNU. Ella es dueña de uno de los testimonios clave de la causa que, además de Corres, tiene como imputado al ex fiscal y Gustavo Demarchi, a quien hubo que extraditar desde Colombia después de que se diera a la fuga por su procesamiento. También están acusados José Luis Granel, Juan Carlos Asaro, Luís Roberto Coronel, Roberto Justel, Marcelo Arenaza, Juan Carlos Gómez, Mario Durquet, Juan Pedro “Piero” Asaro, Raúl Rogelio Moleón, Fernando Otero y Raúl Arturo Viglizzo. Sobre ellos pesan imputaciones diferentes según sus roles en la organización: “asociación ilícita” y “homicidio”.

Pero antes de Filler y de la transformación de la CNU –en 1975– en anexo de los grupos de tareas de la Triple A y posteriormente la dictadura cívico militar, hay una historia. En 1968, la Concentración Nacional Universitaria había nacido como una agrupación universitaria peronista de ultra derecha. La Universidad de La Plata fue su cuna y poco después tuvo sus réplicas en otras ciudades, sobre todo Mar del Plata y Bahía Blanca. Su leitmotiv: limpiar las universidades del marxismo.

Muchos marcan el crimen de Silvia Filler como “el bautismo de fuego” de una organización que se valió de la violencia como forma de construcción política. Incluso algunos de sus miembros participaron también en la emboscada de Ezeiza contra los sectores del peronismo revolucionario aquel 20 de junio de 1973, día del retorno de Perón a la Argentina.

Con el recrudecimiento del enfrentamiento al interior del Peronismo, los crímenes de la CNU comenzaron a proliferar. Con un detalle: muchos de sus miembros tenían relación directa con el Estado. El caso del ex fiscal Gustavo Modesto Demarchi es paradigmático. Ese vínculo permitió que la Justicia Federal entendiera esos crímenes como delitos de lesa humanidad.

Entre los delitos que se le endilgan a la CNU en Mar del Plata está la venganza por el asesinato del líder de esa organización de ultraderecha Ernesto Piantoni a manos de la organización Montoneros. Enrique “Pacho” Elizagaray, Guillermo Enrique Videla, Jorge Enrique Videla, Jorge Lisandro Videla y Bernardo Alberto Goldemberg fueron las víctimas de esa venganza conocida como “cinco por uno”, que llegará a juicio en 2015. También se investigan los secuestros y crímenes de Daniel Gasparri, Jorge Stoppani y María del Carmen Maggi; robos, amenazas, en el marco de un accionar sistemático contra un objetivo claro: sus enemigos políticos. 


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