Infojus: Zoo de Buenos Aires: ¿negocio o preservación?

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Zoo de Buenos Aires: ¿negocio o preservación?

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2014-06-22 | Por: Matías Máximo | Fecha de captura:: 2016-01-23 22:36

Está ubicado en el corazón de Palermo y para los biólogos, es una colección de animales antes que un zoológico. Por qué renunció un director el año pasado. Las expectativas del proyecto de ley de Parque ecológico en la legislatura porteña.

El “Zoológico de Buenos Aires”, ubicado en el corazón de Palermo, no es un zoológico. La  organización global que determina cuáles son los lineamientos para que una institución sea algo más que una colección de animales (la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios, WAZA), dice que “la meta principal de los zoos y acuarios será integrar todos los aspectos de su trabajo dentro de actividades para la conservación”. Por eso para los biólogos el llamado “Zoológico de Buenos Aires” es en realidad una colección de animales. Su ex director renunció en 2013 porque el plan para transformarlo no se cumplía por los inversores. Y un proyecto de ley para su conversión espera ser tratado en la Legislatura porteña.

 

Mara era obligada a pisar chapas calientes cada vez que le ponían música fuerte. Pisaba, quemaba y levantaba sus toneladas de una pata a la otra. Por la tarde el público pagaba para verla y ella escuchaba la misma música. Entonces repetía lo de las piernas, por el terror de lo ardiente. Por alguna razón esta elefanta asiática de más de 40 años era explotada en un circo del conurbano bonaerense. Ahora comparte 30 metros redondos en el zoo de CABA con dos hembras africanas a las que no se cruza porque se lleva mal. Nada alrededor de Mara intenta replicar su hábitat. Mientras el público le tira un mix de hierbas procesadas la elefanta espera.

“El Zoológico de Buenos Aires tiene más de 125 años y sus objetivos iniciales fueron nobles y acertados, pero caducaron. Ya no se trata de exhibir animales del mundo para conocerlos, dado que por entonces no había TV, documentales, ni Internet”, dijo a  Infojus Noticias  Claudio Bertonatti, museólogo, naturalista y ex director del zoo hasta 2013, cuando no soportó los fines comerciales de los socios que todavía tienen la licencia del zoo.

Cuando Bertonatti asumió en 2012 tomó el desafío de pasar de un zoológico con fines comerciales a un centro de conservación de la naturaleza. Entonces elaboró un plan de unas 700 páginas que fue presentado al Gobierno de la Ciudad y la Legislatura porteña como parte del compromiso asumido por la empresa concesionaria.

“El mismo Directorio de la empresa concesionaria que había aprobado ese plan y que me autorizó a presentarlo ante las autoridades de la Ciudad como un compromiso formal me informó que no lo iba a llevar adelante. Los porqué son varios y ninguno tiene que ver con el bien común o con ubicar al zoológico en el lugar protagónico que debería tener para aliviar la crisis ambiental argentina. Los desvelos de esa empresa son estrictamente comerciales. Pero comerciales con una miopía y cortoplacismo propio de empresarios mediocres. Porque el desafío de un buen empresario es hacer buenos negocios con proyectos buenos”, dijo Bertonatti.

En el espacio de los felinos un ocelote incautado de tráfico en la Patagonia se mueve de un extremo al otro en una jaula de cinco metros. El cuidador del sector llama a esta manía “comportamiento estereotipado” y explica que el “Área de Enriquecimiento Ambiental” diseña formas para combatir esta repetición enfermiza (que algunos veterinarios llaman zoocosis). El enriquecimiento consiste en engañar al animal con técnicas como esconderle la comida dentro de una pelota, así el felino juega para conseguir su carne y no se queda estático.

Entre los pequeños tigres blancos recién nacidos y las jirafas, ambos animales nativos de otros continentes, el cliente del zoo puede comprar una miniatura de peluche para recordar el paseo. Marcas de gaseosa, pintura y medicina privada ponen su sello en los carteles que indican el riesgo de extinción de cada especie o la flecha hasta la siguiente atracción. Una empresa de aires acondicionados auspicia el clima de los simios. El que quiera la experiencia salvaje nocturna, con pagar tres veces lo que sale la entrada durante el día puede cumplir su deseo.

Para Bertonatti, “la crisis de los zoológicos es tal que la gente ya no sabe para qué sirven y los identifica con cárceles inhumanas que deben cerrarse. En este momento hay más reclamos de cierre de zoológicos que zoológicos. Y si hicieran las cosas bien y cumplieran con sus objetivos la opinión pública sería otra”. Pero el ex director no cree que cerrar los zoos sea lo más acertado como política medioambiental: “Es necesaria una normativa que obligue a los zoológicos a transformarse en lo que deberían, porque vienen demostrando crónicamente que no tienen la vocación ni la convicción para hacerlo. Mi opinión es que el Estado debe liderar este proceso a través de sus legisladores. Luego se necesita presupuestar la transformación de cada uno de los grandes zoológicos del país (Buenos Aires, Córdoba, La Plata y Mendoza) y asignar ese presupuesto y que el manejo del mismo recaiga sobre una organización de bien público confiable y prestigiosa en acción coordinada con el Estado, desde luego. Las demás fórmulas han llevado al fracaso que tenemos frente a nuestros ojos”.

Proyecto de ley de Parque ecológico

El parque zoológico de CABA se creó en 1875 y estuvo administrado por el Estado hasta su privatización en la década del 90. Gerardo Sofovich fue “coordinador” del predio un tiempo y en 1991 la concesión se dio por 20 años a una empresa privada. Después la “Corporación Interamericana de Entretenimiento” se hizo cargo y, en medio de los pasamanos, en 1997 los edificios victorianos dentro de las 18 hectáreas fueron declarados monumento histórico.

La ley de Parque ecológico presentada en 2012 propone un espacio en el que “se conjuguen la protección de los edificios y obras arquitectónicas declarados monumentos históricos y esculturas, la ejecución de un programa de educación, la concientización de la comunidad acerca de la importancia de la conservación y el traslado progresivo de las especies que se encuentren en condiciones para ello a santuarios o reservas naturales sin fines de lucro”.

El proyecto fue ingresado y está vigente para tratar, “pero el gobierno de la Ciudad ha eludido un tratamiento parlamentario haciendo un mecanismo de prórroga y de concesión menor a cinco años porque obviamente si ellos planteaban una licitación de más de cinco años tenían que recurrir a un mecanismo parlamentario”, dijo a  Infojus Noticias **la diputada María José Lubertino, impulsora de la reforma.

La norma plantea concesiones por cinco años sin la posibilidad de renovar, pero el método abreviado permite que actualmente la misma concesionaria del periodo anterior continúe con el negocio de exhibir especies.  “Nos opusimos judicialmente a que se renueve la concesión y hubo varios recursos de amparo por la preservación patrimonial, por la situación de los animales y los negociados. Lamentablemente después de varias instancias ellos buscaron el atajo de la renovación por cuatro años. Pero tampoco creemos que se puedan hacer transformaciones serias en periodos de cinco años”, contó Lubertino.

Las avenidas Sarmiento, Libertador y Las Heras tienen tráfico constante y delimitan con la calle República de la India el territorio de 2500 animales. El ruido de bocinas y colectivos traspasa las ligustrinas que cubren las rejas. En la oscuridad del serpentario una boa constrictora de cinco metros se oculta tras una rama seca en su pecera. En otra pecera a unos pasos los pingüinos parecen estatuas. Con un bono extra el cliente puede ver un show de lobos marinos, y si desea tirarles con pescados, pagar otro bono. También puede conseguir otro bono y subirse a un bote para la excursión por el pantano. Y si quiere tirarle alimentos a las carpas cyprinus carpio, también puede comprar un producto exclusivo.

“No pretendemos negar a nadie el derecho a tomar contacto con otras especies, que podríamos caracterizar como exóticas en contraposición a las autóctonas, para lo cual proponemos realidad virtual para la observación de especies animales en sus habitats naturales”, dice el proyecto que espera tratamiento. Para Lubertino es necesario que “no tengamos más zoológicos como tenemos hasta el momento y que en todo caso solo residan los animales que son rescatados por la  comisión de delitos, ya que hoy está prohibida la venta de especies”.

La página del zoo dice que “tiene por objetivo ser un gran centro de educación ambiental que forme mejores ciudadanos, más comprometidos con el bienestar animal y el cuidado de la naturaleza. Paralelamente, que se convierta en un centro de conservación de especies, con énfasis en la fauna argentina”. Antes de salir del predio los visitantes pueden comprar una foto, para la que posaron a la entrada, con los flamencos de fondo.


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