Infojus: El bar donde poderosos y marginados toman el mismo café

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El bar donde poderosos y marginados toman el mismo café

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2014-04-06 | Por: Natalia Biazzini | Fecha de captura:: 2016-01-18 22:17

El edificio de Comodoro Py tiene un restorán que funciona desde hace 20 años y representa el lado B de los juicios: un lugar donde las clases sociales se mezclan y los políticos han sido vistos desde desmayados hasta a los gritos. Radiografía de un noveno piso que los jueces prefieren no visitar.

“¿Vamos al noveno?” Esta pregunta fue, durante los últimos veinte años, la frase más popular del mediodía entre los fiscales, imputados, testigos y abogados de Comodoro Py. De los seis ascensores, solo dos llegan al último piso, donde funciona el bar de los tribunales, un espacio de sociabilización donde conviven víctimas y victimarios. Hasta 1995, para comer un sándwich o tomar algo en medio de una audiencia, había que caminar tres cuadras hasta el edificio de Inmigrantes, otra sede del Poder Judicial. El entonces ministro de Seguridad y Justicia de la Nación, León Arslanián, impulsó la construcción de un restorán que usan tanto poderosos como personas marginadas. Un lugar donde distintas clases sociales se sientan a tomar una taza del mismo café.

Mientras desayunaba con galletitas bay biscuit,  Fernando de la Rúa cayó desmayado entre las mesas. Estaba en un cuarto intermedio del juicio por Coimas en el Senado y le vino un bajón de presión. En otra oportunidad, Mauricio Macri aprovechó para comerse un bife de chorizo mientras charlaba con su abogado por la causa de las escuchas telefónicas. Y el ex senador Alberto Tell dio un espectáculo que las mozas del lugar aún recuerdan entre risas. Empezó a los gritos, gesticulando: “Podrán condenarme, podrán darme perpetua pero devolverla, ésta”.  Otra  que no falta nunca es la ex funcionaria menemista María Julia Alsogaray, que ya ha sido juzgada varias veces.

 A metros del restorán, están los despachos de los defensores de menores. Muchas veces los chicos desayunan allí con sus padres. Ahí es cuando aparecen los abogados cuervos con sus trajes caros y sus maletines llenos de expedientes. “¿Trajiste lo que te pedí?”, les preguntan a madres desesperadas. 

Hasta los ‘90, el viejo edificio estaba ocupado por personas sin hogar y muchísimas ratas. El general Juan Perón lo construyó en su primera presidencia para Vialidad Nacional. En 1992, con la reforma judicial y la creación de tribunales orales, casi cien jueces se instalaron en Py. Tres años después se hizo el restorán que, con treinta mesas y una barra en el medio tiene vista a un Río de la Plata con barcos anclados, edificio de la Armada y una iglesia incluida.

Como es el único lugar cercano para comer, víctimas y acusados suelen encontrarse. A veces se esquivan, pero a la mayoría no les queda otra que compartir el espacio. Semanas atrás, el restorán se colmó de familiares de la tragedia de Once. Era el primer día del juicio. El ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, estaba sentado en una mesa comiendo. La madre de una de las víctimas se acercó y le dio un volante. El clima fue tenso y muchos familiares se fueron.

“A mí me molesta comer cerca de los abogados de los represores”, le dijo a Infojus Noticias una testigo del juicio ESMA, donde se juzgan delitos de lesa humanidad. Después de declarar, muchos testigos utilizan el restorán como lugar de reflexión, preguntan cómo estuvo su relato y a veces se culpan por algo que faltó decirles.

Años atrás también, Carlos Telleldín, acusado por entregar la camioneta que causó la voladura a la AMIA, se sentó en una mesa. Atrás suyo y, dándole la espalda, un familiar querellante se sentó con su kipá en la cabeza.  Quienes estaban allí nunca pudieron sacarse esa imagen de la cabeza.


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